Los campos son lugares especialmente interesantes desde una perspectiva ecológica. Sin embargo, estos ecosistemas, son el resultado de la transformación humana del paisaje forestal en tierras dedicadas a la agricultura. Desde el Neolítico, las sociedades recolectoras se fueron asentando y modelaron el paisaje para su beneficio dando lugar a un ecosistema cercano pero distinto al forestal. Estas tierras son el hogar de una biodiversidad característica que lleva siglos luchando por adaptarse a las constantes transformaciones de las zonas de conreo y que actualmente se enfrenta al mayor riesgo desde su existencia, el monocultivo.
Desde el siglo XX, el campo ha sufrido una trasformación que ha substituido la agricultura tradicional por la extensiva, buscando la competitividad que le permita adaptarse a la creciente demanda global. Esta agricultura se basa en grandes extensiones de un monocultivo a priori rentable, en el empleo intensivo de maquinaria, pesticidas y fertilizantes afectando gravemente a la biodiversidad de estos espacios. La lógica de la biología se basa en la diversidad de especies para favorecer la supervivencia de los ecosistemas y el monocultivo quebranta esta idea. Los insectos y animales que se alimentan de especies vegetales diferentes a las del cultivo desaparecerán, del mismo modo que los depredadores de estos, favoreciendo la aparición de plagas. La existencia de un único cultivo empobrecerá de nutrientes la tierra y el uso de grandes maquinas cosechadoras afectará a todos aquellas aves que utilizan la frondosidad del conreo para esconder sus nidos.Por eso debemos reivindicar la importancia de la agricultura tradicional para la supervivencia de los campos tal y como los hemos conocido.
Geniales fotos!!!!
La fotografia del Sisón me encanta! 🙂
Gracias!